El Tronco



Entornó la puerta de su cuarto ataviado con unos calzoncillos, siquiera marianos, sin acordarse de la sartén que freía sobre el fogón unos buenos torrenos panceteros, los cuales se churruscaban a fuego lento lento.
Encendió entonces el aspirador y miró de refilón al diminuto perro que, raudo, se agazapó entre los calcetines impolutos y los cojines de colores malvas que jalonaban la habitación de su amo. Y fue más o menos en el preciso momento en que la mirada del chucho le suplicaba clemencia, cuando él percibió un incierto olor a chamusquina.

Cuando alarmado llegó a la cocina ya era tarde, pues ésta ardía por varios costados, como así lo atestiguan las diversas quemaduras que ahora salpican su rostro, pies y manos, fruto del arrebatado cojín volador que impactó sobre la rebosante sartén de aceite hirviendo.

Salvó su hogar, pero no su orgullo, que anda postrado y mancillado junto a él, resoplando y con mirada aviesa de perrito degollado, la cual se refleja claramente cada vez que observa de reojo a su fiel mascota, Tronco, un Spitz Enano Alemán (...o Lulú de Pomerania), quien no sabe si ladrar brincando de alegría o bien ir directamente a darle un cariñoso, pero sabroso, bocado en los mimísimos cojones.

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La fotografea es un regalo que le voy a hacer a mi chamuscado vecino cuando se recupere. Y se la haré a buen tamaño, 100x60 mm., e impresa en cibachrome. Quizá ahora no le haga demasiada gracia ahora, pero seguro que con el tiempo ...se hace a él.

Comentarios

  1. Lo dices bien, con el tiempo las desgracias hacen gracia, y lo amargo se torna dulce. Y lo que viene de un amigo, con o sin acierto, siempre es bien recibido, pues lo que prevalece es la intención. Siempre buena.

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