Vaya Valla


EL SANTO PAGANO

Cuentan que la noche de los tiempos es la encargada de dar a luz a todos esos sentimientos que los sorianos experimentamos, inexplicablemente, por San Juan.
Es entonces cuando, extasiados, nos asombramos cada año al contemplar como esta tierra renace de la casi nada; a admirar como se rehace de esas tristezas y terrores que, a la chita callando, tan solitariamente arrastra.
Es por ello que nosotros, sus gentes, lo solemos celebrar bailando a cada momento el ritmo que nos marcan las tentaciones, el vinillo y la fábula -...lo cual, todo hay que decirlo, nos permite celebrarlo por todos los bajos-.
No debemos olvidar que ésta es una fiesta antediluviana, es decir; animal, pecadora y canalla, y por lo tanto está fuera del alcance de lo pusilánime y lo pulcro. 

Esta fiesta es, más bien, el producto de la transgresión, de las lujurias y de la historia, pero, sobre todas las cosas, es el producto del Pueblo.

No son fiestas de santos ni de vírgenes -aunque también participen y su nombre así lo indique-. No son fiestas de autoridades ni de cortes celestiales -aunque sigan degustando sus ágapes y rezos-.

Estas fiestas son, con absoluta certeza, el patrimonio, la herencia de todas aquellas almas que bebieron, danzaron y fornicaron al son de ese solsticio que trata de revivir esta tierra medio muerta y, para nada, abandonada de la mano de Dios.
Estas fiestas son el fruto prohibido de la pasión desenfrenada con un poco de vino tinto y dulce amor. Aderezada con sol, amigos y toros. Con romero y mitología.

En estas pocas fechas, las fiestas de San Juan no son los Sanjuanes, si no que es la fiesta de la vida y, como todas las fiestas, como todas las vidas, necesita de sacrificios para existir y de placeres para crecer.
En estas fechas, San Juan deja de ser santo de santoral y se convierte en el Santo Pagano.

Quizás sea por ello el que sea tan necesario y vital que exista la muerte en su afán eterno por sobrevivir, aunque no, no suele sacrificar hombres, sino toritos bravos que luego puedan ser remilgados en malditos mártires. Ya los redimiremos nosotros después bebiéndonos sus sangres reconvertidas en ese tintorro sabroso y dulzón y comiéndonos la casi totalidad de sus sangrientas carnes, tan consagradas como arrastradas ellas.

Y sí, es por eso que aquí, en esta ciudad, así es la vida durante la fiesta y así la seguimos celebrando los sorianos desde hace miles de años: Como auténticos páganos; adorando la llegada de la vida a ritmo de cornadas, bailes y sentimientos. Y disfrutando, y retozando, al compás de un único son:
Toro Dios ha muerto ¡Viva todo dios!

 write  ©1997 Julián G de la Mata. El Santo Pagano. Soria Imaginada.
 rwrite ©2012 Julián G de la Mata. fotografea.blogspot.com

elsantopagano.com

Comentarios

  1. El toro de la foto está que se sale :). Seguro que has disfrutado a lo grande. Tu texto así lo indica. ¡Y qué no falte, coño!
    Un fuerte abrazo

    ResponderEliminar
  2. ..." los sorianos: como auténticos páganos; adorando la llegada de la vida a ritmo de cornadas, bailes y sentimientos. Y disfrutando, y retozando, al compás de un único son: Toro Dios ha muerto ¡Viva todo dios!".
    Pues me ha parecido la historia de una tradición que expones de forma que, por un instante, haya podido ver la magia del encuentro entre toro y hombre. Por primera vez.

    Gracias. Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Gracias mis ilustres banderilleros de retazos blogueros. Llega casi a emocionarme que "antitorerinos" tan respetables como vosotros entendáis mi doble personalidad emocional con el tema de los toros. Aldaba, la magia del toro es mucho más real que la de cualquier dios, te lo aseguro.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Siluetas que son nombres

POLÍTICA CUÁNTICA. Si Franco hubiera ganado la guerra...

Los 10 de Barcones