Pues no hubo forma de convencerla, no señor. Ella repitió una y mil veces que ya no tenía edad como para andar de la ceca a la meca, huyendo de las miserias, de las desdichas y de las calamidades. Qué a ella nadie conseguiría sacarla de allí y, por lo tanto, ahí se plantaba, frente a la chimenea, con su fiel y batallador"Canelo" y que, a estas alturas de la "pilícula" ya no temía ni a nada ni a nadie pues, tras su ausencia, nada peor podría pasarle nunca jamás. Además -reflexionaba en voz bien alta para que oyéramos todos su letanía -, cuando echáramos de menos el calor del hogar y tuviéramos la necesidad de regresar de por esos mundos de dios -cosa que sin duda haríamos- ella ahí seguiría, atizando la lumbre y combatiendo el hambre con la parsimonia de quien remueve eternamente un puchero para que, al regreso, encontráramos la casa caldeadita y el plato caliente ..."como había sido toda la vida y como seguiría siendo cuando ll